El verano se acabó, (nos guste o no, esa es la realidad) y con el verano, la vacaciones. Septiembre es un mes duro, de añoranza a la buena vida. Y, de vuelta a la rutina yo me pregunté, cómo podría prolongar (aunque fuera un poco un espejismo) esa tranquilidad, esa paz de mi terracita veraniega, y ni pincho ni corto, me traje mis bártulos "pa" la tienda. Cogí mis farolillos de velitas, un par de lagartijas (imprescindibles), unas piedras de la playa, unas piedras del jardín, como las flores no aguantan el calor de los focos las puse de mentirijilla, junto con unas cortezas de árbol y unos pajarillos (también de mentirijilla) et... voilà! la terracita en miniatura en el escaparate. Y no, no vendo ni los farolillos, ni los lagartos, ni las flores, ni las piedras... este es un escaparate para evitar la depresión post-vacacional, y quizás no venda demasiado, pues no, pero queda bonito y me gusta, y al fin y al cabo eso es lo que importa. O no? Y como me he cansado de hacer los escaparates que hace todo el mundo, esos en los que está clarísimo que venden algo (y en los tiempos que estamos vender, lo que se dice vender, se vende poco), pues eso, que para no vender al menos me doy el gustazo que quede preciosísimo (al menos para mi), así que, a partir de ahora he decidido montar escaparates bonitos, que den buen rollito y si encima venden... pues será la ostia! Aquí os dejo el resultado.
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Besotes para tod@s y, en especial para ti!
Doncs t'ha quedat preciós!!!!!
ResponderEliminarGràcies Fina, una abraçada ben forta!
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