Hace tiempo que decidí parar y conocerme. Lo intento, lo de parar, y lo de conocerme. No es fácil. Pero lo intento día a día. Y soy mucho más feliz desde que me acepto sin juzgarme demasiado. Soy y, sobre todo, he sido mi peor enemigo, mi juez y mi verdugo, pero me cansé de ello, sobre todo cuando descubrí que la mayoría de gente llevaban también máscara. Caminan en una misma dirección porque es lo que toca, fingen una vida y viven otra muy distinta o juzgan tu vida por ser distinta, pero a la vez la anhelan. Ni soy perfecta ni pretendo serlo, tan sólo he encontrado mi equilibrio personal que me ayuda a ser feliz. Sé que no encajo en muchas situaciones ni con muchas personas, pero intento que me afecte cada día menos, porque si no encajo es que ése no es mi sitio ni mi gente. Aun así no puedo evitar un pequeño sentimiento de culpabilidad.