¿Qué tienen en común las margaritas y los lagartos? Pues nada, pero me gustan. Y como me gustan un montón de cosillas más, que no tienen nada que ver las unas con las otras pero que me producen pequeñas felicidades cotidianas, he decidido crear este "cajón desastre" donde encontrar de todo un poco, quizás sin orden, quizás sin lógica, pero al fin y al cabo así soy yo.





sábado, 18 de septiembre de 2010

Blanco sobre azul




Dos colores compiten en Oia (Santorini) por ser protagonistas, el azul de su cielo, de su mar y de sus cúpulas redondeadas y el blanco del encalado de sus casas. Paseando por sus serpenteantes callejuelas se respira tranquilidad, a pesar de los miles de turistas que las invaden a diario provenientes de cruceros que tal como llegan, se van, sin más emoción que las visitas a los tenderetes de souvenirs. He de reconocer que llegué a Santorini como uno de ellos, y circulé con la manada por la arteria principal del pueblo, pero también me perdí por las callejuelas empedradas que descendían por la ladera, descubriendo terracitas que miraban al mar desde su altura en el acantilado, contemplando esas cúpulas azules tan fotografiadas, y esas vistas que me llenaban de paz. Tan sólo una hora. Una hora para gravarlo en la memoria. Una hora para descubrir un pueblo de encanto. Una hora y saber que volveré. Volveré para disfrutar del espectáculo del atardecer más bonito del Mediterráneo y que no pude ver. Volveré, pero sin prisas.