“Solteros, separados, viudos…, si estás solo y quieres conocer gente interesante, llama al teléfono…”
No era más que una hoja arrancada de un periódico, sección Anuncios clasificados, apartado Grupos y peñas, pero iba recorriendo todos los rincones de mi casa provocándome y reclamando mi atención con aquel círculo rojo que lo resaltaba. Igual reposaba en la mesa del comedor, como aparecía despistada en la mesita de noche, o se colaba en la cocina aguardando sobre el micoondas o, incluso alguna vez, la encontré escondida en el baño. Me llamaba, y yo la miraba de reojo sin atreverme a encararme directamente con ella, pero ella insistía. Día a día estaba allí, esperando, paciente.
Un día…
…llamé.
Y allí estábamos todos como si de una boda se tratara en una película típica de Almodóvar reunidos ante una gran mesa en un cutre restaurante. Gente diversa, curiosa y variopinta, desconocidos luciendo con esfuerzo la mejor de nuestras sonrisas, mal disimulando el nerviosismo y mostrando nuestra cara más amable a cambio de un puñado de compañía. Cada uno de nosotros arrastrando su historia particular, cada uno con su propio anuncio a cuestas: Barbie madurita busca Ken con canas, soltero resultón busca resultona, separada timidilla busca quien le de guerra…
Y así, entre los desafinos del karaoke y el bacalao de la disco se mezclaron sentimientos y emociones distorsionadas que me llevó a la sección de videntes “Tu futuro , tu suerte, el amor… ven y conocerás tu destino. Está al alcance de tu mano” Sí, y fue mi mano la que al reposar en su pierna y sentir aquel leve contacto la que prendió la mecha y una corriente electrizante subió por mi espalda hasta explosionar en mi cabeza llevándome a la sección de contactos “treinteañera con experiencia oxidada quiere practicar de nuevo”
Y así, un martes y 13, sellamos nuestro pacto en la sección de permutas “Cambio reloj Fashion última moda por un beso de amor”. Hubieron más relojes. También más besos.